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América Latina y la crisis del 29

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Los años treinta estuvieron marcados en Europa por la aparición de los totalitarismos. La Italia fascista había planteado un modelo que, con variantes, se desarrolló más tarde en la Alemania nazi, la España franquista y otros países centroeuropeos.

 

La caída de las exportaciones

La reducción del comercio internacional producida por la Gran Depresión afectó las exportaciones latinoamericanas, factor principal del crecimiento económico durante el período previo. El descenso se hizo sentir en los volúmenes exportados, pero más aún en los precios, porque los de las materias primas fueron muy inferiores a los productos manufacturados.

América Latina exportaba fundamentalmente materias primas y compraba bienes industriales, la caída de las exportaciones perjudicó su balanza comercial. Esta tendencia fue general —aunque hubo excepciones, como en el caso del petróleo— y llevó a los gobiernos a adoptar medidas para disminuir sus efecto.

 

El modelo de sustitución de importaciones

América Latina, al igual que Europa y Estados Unidos, intentó compensar la crisis reduciendo sus compras al exterior. Al no existir una infraestructura industrial que pudiera suplir a los artículos importados, los gobiernos decidieron impulsar la industria de sustitución de importaciones (ISI). Para desalentar las compras al exterior, subieron los aranceles aduaneros. En consecuencia, los artículos importados eran caros y escasos, lo que favorecía la producción nacional sustitutiva.

En un principio, esto significó la instalación o el desarrollo de fábricas de bienes de consumo, como alimentos, bebidas, calzados o vestimentas. Eran “industrias livianas”, que requerían poca inversión tecnológica. Sin embargo, la producción de otros bienes, también necesarios, o el propósito de ampliar el desarrollo industrial, seguía dependiendo de compras “caras” del exterior, como maquinaria, camiones, bienes intermedios y combustibles.

Para facilitar la importación de estos rubros, los gobiernos fijaron un dólar “más barato” que el que se aplicaba para comprar otros productos. También determinaron diferentes cuotas o cupos de importación, según se considerara si el bien importado favorecía o no al desarrollo económico. Los países que lograron implementar el modelo ISI atravesaron más rápidamente la fase aguda de la depresión (1929-1933) y sentaron las bases de un desarrollo industrial que modificó el modelo de crecimiento “hacia afuera” por otro de crecimiento “hacia dentro”.

 

El crecimiento “hacia dentro”

La adopción de estas medidas requirió de una intervención directa del Estado en la economía. En muchos casos el Estado se convirtió en el gran inversor, asumiendo emprendimientos económicos en el sector energético, metalúrgico, químico, u otros rubros considerados estratégicos, como las obras públicas

En la medida en que el modelo ISI intentaba avanzar hacia una mayor autonomía, se hacía más necesaria la dependencia de préstamos externos para financiar la compra de bienes de capital y tecnología.

Estados Unidos apoyó el financiamiento de industrias u otros tipos de producciones que no compitieran con las propias. Los Estados latinoamericanos aquirieron préstamos con la nueva potencia. De hecho, a mediados de la década del treinta, la mayoría de ellos declaró la cesación de pagos. 

Durante la segunda guerra mundial, se mantuvo la imposibilidad de las naciones europeas de abastecer con sus manufacturas el mercado latinoamericano, favoreciendo la continuidad del proyecto industrializador.

 

Una sociedad en transformación

La masiva migración europea hacia América Latina se interrumpió a causa de la crisis. El aumento demográfico se basó, entonces, en el crecimiento natural de la población. En la mayoría de los países, la tasa de natalidad fue alta, en tanto descendió la de mortalidad. Ambas tendencias tuvieron sus excepciones: Argentina y Uruguay siguieron un patrón demográfico similar al de las naciones desarrolladas, con bajas tasas de natalidad y un promedio de vida superior a los 35 años del resto del continente. Por el contrario, Haití, El Salvador o Bolivia mantuvieron altas tasas de mortalidad.

Donde se produjo un importante movimiento migratorio fue desde el campo a las ciudades. Estas se consolidaron como centros de distribución y consumo. Sin embargo, pese al proceso de urbanización y al aceptable desempeño económico de muchos países, América Latina no presentó una mejor distribución del ingreso. La permanencia de arcaicas estructuras de tenencia y explotación agropecuaria mantuvo la pobreza en el medio rural.

Las ciudades, en muchos casos, no pudieron absorber el éxodo campesino y desarrollaron cinturones de miseria en sus periferias. En el Río de la Plata y en Costa Rica creció una clase media en buena parte dependiente de una postura “benefactora” del Estado.

 

América Latina

Índices de población urbana latinoamericana en 1930 y 1940.

 

Los militares en política

La intervención del Estado en la economía fue llevada a cabo, en buena parte del continente, por gobiernos militares que sustituyeron a los civiles mediante golpes de Estado. Esto se debió entre otras razones, a las dificultades de los partidos políticos y de las clases dirigentes en resolver los problemas económicos y sociales causados por la crisis. Las Fuerzas Armadas tomaron a su cargo este proyecto, en muchos países. Las experiencias fueron dispares, porque los ejércitos latinoamericanos eran heterogéneos, convivían en ellos viejos conservadores, reformistas recientes y hasta admiradores del fascismo europeo.

 

Para compartir...

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La Crisis del 29 fue una gran crisis financiera mundial que se prolongó hasta finales de la década de los años treinta o principios de los cuarenta. Fue la depresión más larga en el tiempo, de mayor profundidad y la que afectó a mayor número de países en el siglo XX.

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